¿Eras más feliz antes?

El otro día estaba pensando mucho en las personas que me ha tocado conocer. Muchas son grandes amigos que me han dado enormes lecciones y muchos son personas que realmente cambian la vida de los demás, los alegran, los inspiran, los ayudan, los acompañan.

Lo cierto es que conforme pasa el tiempo, mucha gente cambia. No me refiero al cambio que siempre se da en las personas, a la adaptación. Otro día habrá tiempo para hablar de eso. Hoy quiero hablar del cambio interior provocado por ese factor que siempre nos ataca y que día a día se va volviendo nuestro peor enemigo: la rutina.

Siempre que comenzamos un nuevo proyecto, el entusiasmo está presente. Se reavivan nuestras esperanzas, nuestro humor es positivo. Pero, ¿qué cosa tiene el tiempo que es capaz de matar nuestra energía, acabar con nuestra alegría y aniquilar nuestras ganas de vivir… Matar nuestros sueños? La respuesta no la conozco.

Estoy casi seguro de que la culpable es la rutina, a pesar de que todos tratamos de colgarle la responsabilidad a otras personas. Culpamos a nuestro jefe, nuestros compañeros, al profesor o nuestro amigos. El que nunca se va a salvar es el gobierno o el sistema que oprime la libertad o el crecimiento. No busquemos culpables, no presentemos problemas, sino soluciones.

Una solución puede ser volver al principio. Una vez oí a un gran hombre decir que no importa la historia, no importa la cronología, lo que importa es la frescura del primer amor. Te invito a que hagas una pausa en tu vida y dediques 5 minutos diarios para pensar en las razones que te mantienen vivo, que te mantienen trabajando o estudiando. Siempre encontrarás algún motivo por el que valga la pena vivir. Esto lo comprobó Viktor Frankl con los sobrevivientes de los campos de concentración de la segunda guerra mundial.

Hay otra solución que va más allá. No se trata solamente de volver a las razones originales, sino buscar nuevos motivos dentro de las mismas actividades diarias. Tener nuevos retos que cumplir, nuevas metas que alcanzar y nuevas formas de cumplir con las responsabilidades de todos los días. Si cada día cambiaras la forma de saludar a los demás, la manera de sonreír, tu forma de vestir e incluso tu desayuno, puedes renovarte después de haber estado estancado por mucho tiempo.

Sé que no es nada nuevo, pero como dice un gran amigo mío: no les vengo a decir cosas nuevas para que la conozcan, sino cosas viejas para que las vivan.

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