México, orgullo y prejuicio (2)

México, tierra de contrastes. México, lugar de orgullo y lugar de prejuicio.

México es orgullo. País en el que sus habitantes se unen en explosiones de júbilo cuando es digno de una medalla, de un triunfo deportivo, de una fiesta nacional. Territorio habitado por infinidad de razas, culturas, pensamientos, iniciativas, realidades. En México, viven indígenas y españoles, alguno que otro argentino y otros más bien judíos. A lo largo de nuestro territorio, los sabores cambian, desde el sureste hasta los poblados del norte. Su olor es distinto en una comunidad y en otra, porque el aire corre en muchas direcciones. Pero a pesar del mestizaje, a pesar del intercambio, a pesar de la mezcla, México es uno solo con muchos sabores.

Y es que el orgullo de México se transpira, se exhala; se expresa a cada extranjero, a cada visitante, a cada recién nacido. Orgullo hay de sobra. Orgullo es lo que consigue pintar las caras de verde, blanco y rojo. El orgullo coloca banderas en los automóviles, de todas formas y tamaños. Orgullo es lo que hace callar las voces al momento de entonar el himno de batalla: «Mexicanos al grito de ‘¡guerra!'»

Orgullo que en nuestro caso está inminentemente acompañado de prejuicio. Prejuicio es lo que impide al México de la sierra, al México indígena adentrarse en el capitalismo que se experimenta en las grandes urbes del mismo país. Y prejuicio es el que hace que éstas ciudades no volteen hacia los más lejanos pueblitos. Nuestro prejuicio es lo que nos obliga a ser un país que transita a diario por las «vías del desarrollo» pero que nunca llega a su destino. Prejuicio es lo que convierte nuestra realidad en realismo mágico.

Prejuicio es algo que rebasa nuestras fronteras… cuando la desinformación se apodera de nuestros vecinos, que tienen miedo a cruzar los límites del país. Ese mismo prejuicio transforma el miedo en odio hacia los mexicanos. Mexicanos que atraviesan el río en busca de una mejor oportunidad en otro lugar, para que su familia viva bien en éste.

Grandes han sido los que construyeron la historia de nuestro país, pero más grandes tendrán que ser los que edifiquen su futuro, que no son otros que los que viven ahora el presente. Es una responsabilidad de todos. Convertir el orgullo en realidades tangibles, el prejuicio en lecciones concretas y el amor en mejor escudo… ¡Eres grande México!

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