El hombre actual (3)

En la tercera carta, llamada ¨Entre el bien y el mal¨ Sabato nos plantea la dualidad humana como uno de los misterios más grandes del ser humano, concluyendo la carta recordándonos que ¨el hombre es capaz de cometer las peores atrocidades, pero al mismo tiempo es capaz del más grande heroísmo¨. Esto me hace reflexionar sobre el verdadero sentido de las cosas, lo que de alguna manera nos podría brindar la anhelada salvación, ese mismo instrumento nos condena a la peor de las desolaciones. Todo ser humano tiene en su interior tanta bondad sea posible, pero al mismo tiempo tanta crueldad hay que reposa dentro de su ser, cual de un volcán dormido se tratase, y al más mínimo cambio climático, se active. Esa explosión me hace pensar en realmente donde está la línea que delimita lo bueno de lo malo. Si existe, debe ser sumamente frágil. Al igual que la dualidad del bien y el mal dentro del hombre, otra dualidad lo compone y es la de la razón y su condición de animal. Viéndolo como un animal, está llamado a satisfacer todas sus necesidades, pero ahí es donde entra su racionalidad que se deriva en su intelecto y sabe hasta qué punto y en qué momento es correcto saciar esa necesidad.

Nuestra sociedad actual no está exenta de algún tipo de dualidad. Ésta se presenta de maneras distintas, nos hace una invitación al pleno uso de ellas, pero generalmente tomamos la parte negativa. La sociedad nos incita a dejar de lado en lo que creemos, en lo que añoramos y en nuestra integridad, para entregarnos a lo que nos ofrece. No puedo dejar de pensar en la nueva religión que hemos ido acuñando, el enemigo más grande de la felicidad, el consumismo. Somos consumistas en exceso, somos esclavos de la opinión que los demás tengan de nosotros y por eso recurrimos a degradarnos como personas, a vendernos por simples artefactos tecnológicos y por vanas opiniones, a darle otro sentido a nuestro existir. Pareciera ser que esa es la invitación que se nos hace y está surge a partir de  nuestra apreciación de ser humano, que  es igual a los bienes que posea la persona. Se nos olvida que estamos ¨llamados a cosas más grandes, a amar y ser amados¨ (Madre Teresa)

Suelo escuchar en las personas que me rodean su necesidad de comerse al mundo, pero no hemos entendido que también hay un mundo en nuestro interior, un mundo más sagrado y puro que el exterior y solamente podemos llegar a ese mundo interno y a su purificación mediante el mundo interno del prójimo, pues es ayudando al otro que nos ayudamos a nosotros mismos, es amando al semejante que nos sabemos amados. Solo existe una manera de entrar en contacto con ese otro mundo interno ajeno a nosotros, el diálogo, la convivencia, la fraternidad y el respeto. La única vía de salvación al mundo externo, es que esté poblado por personas propietarias de un mundo interno puro, sagrado. Citando a Sabato, intento dar coherencia a lo anteriormente escrito, ¨el mundo del que somos responsable es éste de aquí: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia, esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. El único que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos.

Dependerá de nuestra educación la capacidad que tengamos para distinguir propiamente lo bueno de lo malo, nuestra educación es una educación basada en el individualismo, y eso afectará notoriamente la manera en la que seamos capaces de percibir las cosas. Nuestra educación debe nacer de la correcta formación de nuestro mundo interno, debemos educar al alma para educar al intelecto, de lo que esté lleno el corazón será de lo que esté llena la mente. Si enseñamos a nuestro corazón a amar, a perdonar y a gozar, se reflejará en nuestro modo de interactuar con nuestra sociedad, se transmitirá nuestro fin a los demás y podremos disfrutar de una verdadera convivencia entre las personas. La manera de cambiar al mundo es cambiarnos a nosotros mismos; si queremos comernos al mundo, debemos comernos a nosotros mismos, debemos digerirnos plenamente, conocernos, evaluarnos, cambiar lo malo y combatir el enemigo de lo bueno; lo que es bueno que sea mejor, y lo que sea malo, que no sea bueno, sino extraordinario. De ésta forma, nuestra dualidad será marcada por nuestra tendencia natural de bien, pues siempre lo hemos buscado, pero casi siempre lo hemos confundido o buscado en los lugares equivocados, de esta forma el hombre será bueno, y por lo tanto todas las cosas serán utilizadas para expresar su buena voluntad.

Brian Zaldívar Masso, Estudiante de Derecho, 19 años.

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