Ya he dicho que esto de pasar a la población económicamente activa no me gusta mucho. No es algo que naturalmente me atraiga. Por otro lado, ya me siento adulto haciendo estas cosas, me siento importante.
Hoy fui al banco a tramitar mi tarjeta de crédito. Si por mí fuera, yo no usaría ninguna. Me gusta más gastar lo que tengo y no deber lo que no tengo. Sin embargo, la gente repite muchas veces que se trata de algo que «debes» tener. Sigo con mis dudas al respecto, pero entre que son peras o manzanas, decidí acercarme al banco para solicitar una.
Solamente con leer el CAT de todas las tarjetas me quedé más calvo de lo que ya estaba. Es el crédito más caro de todos, no sé por qué la gente lo sigue utilizando. No pienso ceder al sistema económico ni hacer multimillonarios a los dueños de los bancos. Creo que me tendré que acostumbrar a calcular mis gastos mensuales, si no, creo que puedo terminar en la cárcel o hasta sin casa.
Así iré formando mi historial crediticio para que en un futuro los bancos confíen más en mí, me presten más dinero y yo termine con más deudas. Repito: sigo sin entender para qué necesito esto. Es un ejercicio de esperanza, espero que algún día las palabras de todas las personas que me recomendaron tramitarla cobren sentido… En fin, la vida sigue…