No sé qué es lo que quiero escribir hoy. Algo me llegó a la mente ayer en la mañana. Yo conozco a un buen sacerdote. Yo lo conozco desde hace ya varios años. Es una de las personas que más admiro, no es pederasta, no es hipócrita, no es interesado. Es una persona que sabe vivir en medio de la realidad y entenderla, para poder así entablar una comunicación real con personas reales. Es un sacerdote fiel, pero no aferrado a las reglas absurdamente. Es un sacerdote simpático, sin hacer chistes forzados. Es un sacerdote humilde, porque todo lo ve con naturalidad, sin asustarse de los sucesos comunes y menos condenándolos anticipadamente.
Es una persona íntegra, completa y feliz… realmente feliz. Una persona que sabe pasarla bien en donde le toque estar a cada instante. Una persona para la cual Dios es real, tangible y alcanzable. No algo tan extremadamente grandioso, poderoso y castigador que se vuelve lejano. Esa persona es mi amigo, el mejor sacerdote que he conocido y no lleva ni un mes de ordenado. Los que lo conocen saben de quién hablo y los que lo conocen saben que no le gustaría que yo diga su nombre. Eso es lo que quería escribir hoy.
¿Por qué es tan díficil encontrar un sacerdote simpático con empatía que conecte con el pueblo?
Quiero hacer un post en mi blog sobre ese tipo de cura que es raro conseguir… Admito sugerencia…. Gracias…