Resulta que ahora trabajo en finanzas y no me la acabo de creer. No he tenido tiempo ni siquiera de escribir, pero por fin pude adelantar y dejar programadas varias publicaciones del blog, prometo (como lo hice al principio del año) no abandonarlo, por lo menos en un buen rato.
Todos los que me conocen saben que los números no son lo mío. Pero tengo que confesar que ayer que consulté mi estado de cuenta, me llevé una muy buena sorpresa. Pagué mi tarjeta de crédito por adelantado y por mi buen comportamiento, este mes no tengo que pagar nada. De mis cálculos en gastos, comida, gasolina, entretenimiento y otras necesidades hasta un excedente tuve (y eso que me fui de viaje). La verdad me he sorprendido muy gratamente.
Y no lo escribo en internet para presumir públicamente mi comportamiento (aunque es digno de un aplauso), sino para hacer una reflexión sobre lo que me llevó a esto. El origen fue tal vez mi propia falta de conocimiento en todo lo de los números y el dinero. Esto me ha hecho ser más cuidadoso (más, pero no exagerado) con ellos.
Hay gente que tal vez ha estudiado el tema, le gusta, y se autodenomina experta y a veces tiene más problemas que yo con estos asuntos. Tal vez esto es generado por la excesiva confianza que tienen, que los hace obviar cosas que nunca deberían pasar por alto.
Y es que así somos muchas veces. Descuidamos detalles por sentirnos sumamente expertos en la materia y se nos produce una ceguera de taller que a veces es muy difícil de retirar. Espero que eso no me pase, por lo menos con las finanzas, porque un problema financiero con un no-financiero sí puede ser muy grave. Continuaré escribiendo. La vida sigue…