Normalmente, estamos acostumbrados a que la Navidad sea una fiesta de luz, de amor, de chispas, de decoraciones. Ya sabemos que por ahí de Agosto, CostCo empieza a vender todos los adornos navideños y por ahí de Octubre ya no queda ninguno. Ya esperamos que a finales de noviembre, los vasos de Starbucks cambien por los de color rojos con trineos, hombres de nieve y duendes. Sabemos que todos los escaparates de los centros comerciales van a estar llenos de luces, nieve y más propuestas, de las que se podría sacar un concurso de originalidad. Eso es lo que pasa en cada Navidad.
Sin embargo, hace poco estaba leyendo sobre una Navidad muy distinta. Se trata de un día en que san Francisco de Asís decidió poner el primer nacimiento. Fu un nacimiento viviente, donde los animales y las personas eran reales. La idea causó sensación en Asís, tanto que se convirtió en una tradición que perdura hasta nuestros días. Pero lo importante de este hecho no fue solamente la tradición del nacimiento, sino el hecho de que la Iglesia se diera cuenta de la importancia de esta fiesta, el hecho de que Dios se haga hombre.
Es muy importante que aprendamos a ver más allá de las luces, del dinero y de los regalos de Navidad, sólo así vamos a poder encontrar a Dios, que se hace hombre por amor a los hombres. Me gusta mucho como lo pone San Juan:
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero…
Les deseo a todos una muy feliz Navidad en compañía de sus familiares y seres queridos, nos seguimos leyendo… la vida sigue.
Un nacimiento de Bangladesh, en terracota con un baño de blanco. Casi podemos imaginar a los artesanos trabajándolos, ¿no?