Últimamente he pasado un tiempo, bueno, mucho tiempo en el hospital. Uno de estos días, me tocó escuchar una conversación muy compleja, en algunos momentos sin sentido alguno y en otros con un sentido extremadamente humano.
La cosa iba más o menos así: «Es que… ¿cuál es la necesidad de pasar un momento de la vida de viejo con achaques y sufriendo? Uno debería ponerle un freno al dolor. Es más, debería de haber una pastillita para que cuando uno ya no sea útil, se pueda dormir, como los perritos. Ojalá que cuando a mí me llegue la hora, todo ya funcione así».
Me quedé helado, no puedo explicar lo que sentí en ese momento. Ni siquiera pude comentar algo coherente. No me cabía en la cabeza que una persona que conozco estuviera diciendo esas palabras. Luego, poco a poco las fui procesando, y me di cuenta de varias cosas, sobretodo estas:
Es algo perfectamente natural.
Somos humanos, nos aterra la muerte. Nos aterra el proceso. Bien lo dijo Steve Jobs en su discurso en la Universidad de Stanford: ˝Nadie quiere morirse. Incluso las personas que quieren ir al cielo, no quieren morirse para llegar ahí». Cuando vemos a un anciano sufriendo por los malestares naturales de la edad es normal que pensemos que nosotros no queremos llegar a un punto de nuestra vida en que dependamos de alguien más, o que no podamos valernos por nosotros mismos.
Sin embargo, cuando platicas con los viejitos, esta sensación es completamente distinta. No se sienten deprimidos por tener que vivir a veces a costa de otros, sino que son felices de poder vivir. La visión del mundo cambia. Dejan de preocuparse excesivamente por el futuro y disfrutan del presente y de su vida en general.
Tal vez si viviéramos con esta visión desde antes en la vida, seríamos igual de sabios.
El dolor es una constante en la vida.
¿Quién no ha sentido dolor en su vida? Nadie podría levantar la mano con una pregunta así. Desde un dolor de cabeza hasta la pérdida de un ser querido… a todos nos duele… todos sufrimos. Ese sufrimiento es parte misma de nuestra existencia y no la podemos separar. ¿Cómo separaríamos un dolor de otro? ¿Diferenciando el dolor de alguien autosuficiente de alguien que no lo es? Aquí tal vez habría que pensar que realmente no somos autosuficientes nunca en nuestra vida. Ni cuando nacemos, ni cuando trabajamos en algo, lo que sea y menos cuando nos acercamos al final de la vida. Siempre necesitamos de alguien más, de maneras distintas y en situaciones muy diferentes. Pero nadie es autosuficiente, así que dudo muchísimo que éste fuera el termómetro correcto para poder decidir poner fin a nuestra vida.
Una decisión propia.
Podríamos decir que lo lógico, sería que el fin de la vida fuera una decisión propia. Pero si el inicio de la vida no fue nuestra decisión, ¿sería lógico que nosotros mismos pudiéramos acabar con ella? ¿Cuál sería la línea que dividiría los términos de suicidio y eutanasia? ¿La edad? ¿Las condiciones? ¿La voluntad? No encuentro un concepto que por sí mismo pudiera diferenciar esta acción.
Y peor todavía… si no somos dueños de nuestra propia vida, ¿Qué nos hace dueños de la vida de los demás? Si una persona no tuviera la capacidad de comunicar su decisión sobre su propia vida, ¿Cómo otras podrían decidir por ella?
Yo en lo personal creo que la vida es un regalo, y como tal, debemos apreciarla, vivirla, cuidarla y aceptarla como es. ¿Ustedes qué piensan?