Recuerdo que alguna vez, en una empresa donde trabajaba, un consultor tuvo a bien explicarle al director general que cada uno de los procesos y acciones de la organización deberían tener un responsable. Cosa que es cierta, de lo contrario existe un gran riesgo de que no se hagan bien las cosas o de que no se hagan en absoluto. Pero el consultor lo ponía de la siguiente manera: «Si algo no funciona, yo tengo que saber a quién corro». Este ejemplo tan tangible se le quedó grabadísimo al director y cada vez que pedía un responsable de proyecto, no lo explicaba así, sino que amenazaba diciendo: «Si no funciona, ¿a quién corro?». Lo que en mi punto de vista generaba más miedo que responsabilidad.
Mi pregunta es si en un caso así funciona correr a una persona (que no dudo que en algunas ocasiones sea la única opción), o funciona más bien solucionar lo que sea que no esté saliendo correctamente. Henry Ford, el genio de la industria (no solamente automotriz, sino la industria en general) es conocido por la manera en que cambió la producción de las cosas. A partir de él, los productos se comenzaron a fabricar en serie, en una banda, donde cada persona era responsable de una parte del proceso, no de todo el producto final. Es lógico que en este sistema —como en cualquier otro— no funcionara todo a la perfección. Pero en lugar de correr a un empleado por fallar en el proceso o estar buscando desesperadamente al responsable para poder gritarle o insultarlo por el error, lo que propone el visionario de los automóviles es no enfocarse en la falta, sino en el remedio.
¿Qué querría decir esto? No significa que no localicemos el problema, es indispensable hacerlo. Pero en lugar de solamente quedarnos lamentando la falla, debemos ir más lejos y solucionar lo que haya ocurrido mal. Solo así mejoraremos. Es más, me atrevo a decir que una persona vale más en una empresa por su capacidad de resolver problemas, que por su trabajo en un ambiente controlado y sin equivocaciones o errores de ningún tipo.
Por eso, hay que hacerle caso al buen Henry y no encontrar la falta, sino el remedio. En este lunes de pensamiento, la vida sigue.
Esta mal