Ya había hablado en otro post de la propuesta que hace Oprah a su público: hagan una lista todos los días de todas las cosas por las que están agradecidos. Al principio será difícil. Después, poco a poco vas a darte cuenta de que hay mucho por lo cual sentirse agradecido.
Pero la gratitud es de esas cosas invisibles que aparentan algo y en realidad son algo más. Es pariente del perdón, del amor, del optimismo. Cuando vamos cultivando estas actitudes y estos sentimientos en el corazón, ganamos algo muy distinto a lo que esperábamos. Eso es lo que habla esta frase precisamente.
Hace poco, vi una publicación de esas de «superación personal» que hablaba del perdón. Decía que perdonaras no porque los demás se lo merecieran, sino porque tú debes estar en paz. Me atreví a comentar que no se trataba de eso. Escribí que si perdonas a alguien, tiene que ser de corazón y desinteresadamente, porque si solamente lo haces por ti mismo, no va a tener el efecto curativo que posee (sobre ti ni sobre nadie).
La gratitud es algo parecido. Si no sentimos una gratitud de corazón, de poco sirve que nos forcemos a agradecer todo. Siempre tenemos motivos para agradecer, pero cuando no los tenemos claros tenemos que ir a las profundidades de nuestra alma para desenterrarlos. De lo contrario, solamente estaremos buscando nuestra tranquilidad personal, y así no funciona, porque el efecto de la gratitud solo nace de una gratitud auténtica.
Por eso hay que hacer un esfuerzo para ser agradecidos, pero éste debe ir mucho más allá que un trámite. Hay que hacer el esfuerzo para estar agradecidos desde el fondo del corazón.
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