Estamos llegando a esa época del año en que los chavos de 6o de prepa desaparecen. Durante estos tres meses no se les ve la pista en ninguna casa, más que para bañarse (los que gustan de este tipo de cosas) y volver a salir. Y es que todo son fiestas, reuniones, salidas, comidas, trámites en la universidad (los que se acuerdan), organización de la graduación y por supuesto, la grabación del ya famoso en México video de generación.
Resulta que ahora la gente en «las redes» está vuelta loca con el trailer del video de graduación del Cumbres (que pueden ver con sus propios ojos aquí arriba). Ya hasta mainstream se volvió este asunto. Pero la verdad es que está lejos de ser nuevo o siquiera original. Se los digo con todo conocimiento de causa, ya que yo me he dedicado a la tarea de hacer algunos videos de graduación a lo largo de mi vida (claro que mi poco enfoque en el tema de las utilidades no me ha llevado muy lejos, ¡tonto de mí!).
Les resumo lo que pasa en estos meses:
Los niños y las niñas empiezan a buscar al productor de su video, que generalmente se va dando cada vez más importancia con respecto al año anterior y con respecto a sus competidores. Se vuelve una negociación muy fuerte en que se pagan ya cientos de miles de pesos (no es cualquier cosa) y dentro de los términos del contrato de grabación, siempre se incluye algo adicional a la producción (pueden ser helicópteros, grúas, drones, pantalla verde, grabaciones en locaciones especiales, etc).
Comienza la filmación y los protagonistas hacen todo lo necesario para aparecer en el video. Así que si hay que grabar varias tardes o faltar a la escuela para tener sus quince minutos de fama, no lo piensan dos veces.
En el último par de meses previos a la fiesta, los directores y prefectos de los colegios empiezan a pedirle al comité de generación que les enseñe el video, a lo que los alumnos responden que aún no está listo y así, va pasando el tiempo. Los directores insisten en verlo (sin darse cuenta de que no tienen ninguna injerencia sobre él porque no lo paga el colegio, sino los alumnos). Hay advertencias de que no hagan tonterías, de que no dejen mal a la escuela… a lo que los angelitos responden con un síiiiee. Por lo general, resulta que el video «no estuvo listo» y el director del colegio nunca lo pudo ver.
Llega el día de la graduación: Todos los graduados a la pista. Se saludan, están contentos, es su noche y comienza la proyección. La generación lo mira emocionada hombro con hombro. Papás, mamás, abuelitos y primos se quedan en las mesas esperando ver a su «niño grande» aparecer en la pantalla. Y resulta que el nene apareció vestido con más marcas encima que un coche de la Fórmula 1, dándose un masaje en la escuela, como stripper en Reforma, siendo detenido por un policía, vestido de travesti y otras tantas ideas.
Resulta que al terminar el video, los papás no dan crédito de lo que acaban de ver. Algunos regañan a sus hijos, las mamás que son amigas (desde que iban a la fila del kinder a recoger a sus retoños) comentan entre sí que no entienden lo que acaba de pasar. En fin, al terminar el video, éste siempre se vuelve un punto de conversación entre los externos a la generación.
Es curioso, porque cada año pasa exactamente igual y todos se sorprenden, se ofenden y reaccionan de la misma manera. ¿Fue culpa de los graduados? No creo. Ellos hacen lo que se les hace divertido o cool en el momento. ¿Fue culpa del productor del video? Tampoco. Él hace lo que sus clientes le piden. ¿Debieron la escuela o los papás detener la proyección? Claro que no.
El video refleja lo que ellos piensan, sienten, creen o encuentran chistoso. Y eso no es producto de los últimos tres meses de preparatoria. Es el resultado de la educación a lo largo de sus 18 primaveras. En resumen: ¿Quieres que tus hijos o tus alumnos tengan un buen video de graduación? Empieza ahorita, que están en kinder.
PD: Solo para que vean el cambio, les dejo el video de mi generación, que hice hace 10 años, en el 2004, ya llovió.
Tienes toda la razón Diego. Como han cambiado los jóvenes en los últimos 10 años. Ya estoy dudando en tener hijos.