En algún otro post (que la verdad no recuerdo) había hablado de este tema. Pero el punto es el siguiente. Cuando comenzamos a aprender, en la escuela nos enseñan todo tipo de materias. Y es lógico que haya algunas en las que nos vaya mejor que otras.
Tomemos un caso de un niño normal. Le va muy bien en Español, pero muy normal en matemáticas. Le cuesta trabajo, pero tampoco reprueba cada examen. ¿Qué hacen entonces sus papás? Lo que cualquiera haría, lo meten a clases especiales ¡de matemáticas! Cualquier aspiración de ser periodista o escritor se esfuma. Por lo menos se queda en pausa porque el niño tiene que subir sus calificaciones de matemáticas. Tiene lógica, pero al mismo tiempo es un tanto perverso. Tal vez, si ese niño se metiera a clases de escritura, de literatura y de expresión oral, tendría la posibilidad de ser un periodista o un escritor reconocido. Porque el talento natural que tenemos, nos da una ventaja sobre los demás. Nos hace ser mejores que otros 10,000 individuos en el mundo, y así es como destacamos.
Lo mismo pasa en la lucha contra nuestros defectos. A veces nos castigamos mucho para intentar dejar un vicio que tenemos. «Voy a dejar de fumar» es una resolución común. Y ¿qué es lo que hace la persona que quiere cumplir este propósito? Exactamente lo mismo que hacía antes, solo que sin un cigarro en la mano. Pero si no haces mucho ejercicio, te la pasas en bares o restaurantes en zonas de fumar o tienes amigos fumadores, es lógico que en poco tiempo recaigas.
¿Por qué no mejor hacer un propósito distinto? Tener una vida sana, cambiar de estilo de vida, conocer nuevas diversiones. Así, no estarás enfocado tanto en el vicio como en la hábito bueno. Y así, al cabo de un tiempo, olvidarás que tu lucha es contra el cigarro, porque no lo es. Tu lucha es a favor de ti mismo.
Los defectos o errores que tenemos funcionan igual. No podemos dejar de ser avariciosos por arte de magia. No podemos dejar la tentación o la lujuria solo porque sí. No podemos dejar de ser envidiosos de un día para otro. Y menos lo conseguiremos si lo que ponemos como foco es eso. Más bien, deberíamos enfocarnos en lo nuevo, en la persona que queremos ser, para que esa persona nos saque de ese círculo vicioso en el que estábamos encerrados.
Desde la época de Sócrates se decía esto y a la fecha lo seguimos sin aplicar, pero tiene lógica, ¿no?
Espero tus comentarios
Pienso que el comentario es muy acertado… Necesitamos «tomar» la mano de esa persona, que en este caso es la persona que no tiene «el vicio» o «el problema» para que nos rescate de donde estamos.
El punto más importante para mí es: ¿La mano de qué o de quién estamos tomando?, o más bien, ¿a quién nos queremos parecer?
El Hijo de Dios no ha pasado por estas tierras en vano, fue de carne, tuvo tentaciones… Quiso ser quien Dios deseó que fuera: El diferente entre los demás dispuesto a amar aún a quienes lo quisieron ver sufrir. ¡Ese rescate está vivo!
Gracias por compartir, me animó a enfocarme más en lo que debo hacer que en lo que ya hice.