Esta frase es conocida por muchos. Si entendemos además, el contexto de la revolución francesa, nos queda aún más clara. Cuando nuevas ideas han llegado al mundo, lo más lógico es que ciertas fuerzas traten de frenarlas. Pero lo cierto, es que si es su momento, no habrá nada que las detenga.
No quiero hablar ahora de modo personal, sino colectivo. Así como las personas vamos creciendo y cambiando, las sociedades también lo hacen a partir de lo que las personas lanzan al grupo. De aquí la importancia de tomar la responsabilidad que tenemos como integrantes de una sociedad. No vivimos aislados, aunque quisiéramos, el mundo existe y coexiste y tiene un balance.
Sabemos que no podemos hacer algo bueno sin que tenga una repercusión positiva en los demás. Tampoco podemos hacer algo malo sin afectarlos negativamente. Más aún, sabemos que lo negativo se propaga mucho más rápido que lo positivo. En el mundo del espectáculo y del turismo, saben que una crítica buena puede propagarse tres veces, mientras que una mala puede propagarse siete.
De aquí la importancia de que seamos analíticos, creativos y positivos. Tenemos que poco a poco ir transformando a los grupos de personas con los que nos encontramos y a todo el mundo con ideas extraordinarias, que lleguen a tiempo y que ni siquiera un ejército las pueda detener.
Muchas personas no se expresan o al menos no buscan ningún medio para transmitir a otros todo aquello que llevan por dentro. No se sabe cuántas personas hay que desean ser escuchadas o leídas, lamentablemente puede que aún sean muchas.
Por otro lado, me gusta la idea de encontrar personas y espacios como este donde se promueve el sano pensamiento y que sin duda abre la mente a nuevas ideas y a nuevas perspectivas.
Como escuché: «Dar ejemplo es la mejor guerra.» Vivir y practicar con fervor lo que se escribe es la mejor forma de hacerlo.
¡Bendiciones!