Dicen que lo más difícil para construir en una persona es el honor. No la fama o el prestigio, sino el honor. Tarda toda una vida en hacerse y solamente un segundo para destruirse. Es muy burdo empezar un artículo con una definición. Solamente lo hago en los trabajos de la maestría para llenar las cuartillas que pide el profesor (no le digan, por favor). Pero esta palabra en particular me causó curiosidad, así que me metí al diccionario de la Real Academia de la Lengua para ver la definición y encontré estas dos que me gustaron:
- Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.
- Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.
Son dos sentidos de la palabra que me gustaron. Primero, cumplir los deberes con el prójimo y contigo mismo. Esos deberes nacen de nuestras promesas, pero también de la dignidad de la persona, por eso incluyen las responsabilidades que tenemos con nosotros y los demás. La palabra «prójimo» viene de próximo, es decir, el que está cerca. Eso incluye a todas las personas, independientemente de si las conocemos o no, de si nos caen bien o mal.
Y segundo, se trata de una reputación que surge de una virtud o de acciones meritorias de alguien. Creo que ésta es una tradición histórica. Pero intentando traer esto a nuestro siglo, creo que las acciones heroicas no necesitan realizarse en una guerra a favor de la patria. Son más bien obras de todos los días para dejar el mundo un poco mejor de como lo encontramos el día anterior. El que es capaz de hacer acciones como estas diariamente, en algún momento será capaz de hacer alguna extraordinaria. O si no es así, en algún momento acumulará tantas pequeñas obras, que habrá cambiado cientos de vidas.
Así que hay que construir nuestro honor, pero sobretodo cuidarlo, porque cualquier tontería lo puede destruir. Se construye con la suma de pequeñas acciones buenas, pero una pequeña mala acción lo puede acabar radicalmente de un segundo a otro. No hay que cuidarlo solamente por guardar nuestra fama, sino por cada uno de nosotros, por ser constantes, por ser hombres de una sola pieza.
Esta frase la leí en La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca. ¿Hay alguna otra frase de él que te guste? Compártela en los comentarios.