La vida es una batalla constante y como decía Calderón de la Barca, la mayor victoria consiste en vencerse a uno mismo. La batalla no es sencilla, las mayores guerras se libran dentro de nuestro corazón. Esas guerras, son para marcar territorio. Me explico: Todos tenemos dentro una guerra para conquistar a nuestra persona. ¿Por qué sucede esto? Por que resulta que en este mundo, donde la mayoría de la población es (relativamente) libre y no sufre de la opresión de la esclavitud, mucha gente tiene cadenas en su corazón.

Estas cadenas fueron auto-impuestas a la hora de dejarse esclavizar por el consumismo, por el hedonismo, por el egoísmo. Estas cadenas asfixian el corazón. No las notamos, pero nos dan un rango muy pequeño de movilidad. Impiden que amemos realmente, porque nos encierran en una prisión, una burbuja que es nuestra propia conveniencia.

De ahí la frase de Albert Camus. A veces las personas dan dinero, o su tiempo, o se comprometen con alguna causa. Pero si hacemos eso mientras tenemos el corazón encadenado, de poco sirve. Porque la intención de esa falsa generosidad no es el bienestar del otro, sino mi propia tranquilidad. Para tener una verdadera pureza de intención, lo primero es conocernos y dominarnos. Así que hay que trabajar mucho en eso, y vaya que cuesta. 

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