No soy médico

Ayer fuimos testigos de un infame tweet, que después desapareció. Se puede comentar muchísimo sobre estos pocos caracteres que se le ocurrió publicar a la esposa del presidente de México. Lo que más me llamó la atención de estas palabras, no fue el contenido de las mismas, sino la intención con la que fueron publicadas.

Tweet de Beatriz Gutiérrez Müller

Tal vez solo se trataba de una especie de «contraataque político ante una provocación«. Queda claro que la mayoría de los comentarios y tweets que se les dirigen a las figuras públicas son provocaciones o ataques, sean políticos, músicos o influencers. Por lo menos, esta actitud era la que se notaba en la respuesta de la primera dama. Estaba a la defensiva del «proyecto». En otro contexto, se hubiera entendido que lo hiciera e incluso, hubiera pasado desapercibido.

Pero resulta que Beatriz Gutiérrez Müller no midió sus palabras ni la gravedad e importancia del tema que estaba tocando: los niños con cáncer. Aquí es cuando la historia tomó un giro inesperado… y para mal.

Si bien es cierto que las palabras escritas no dicen mucho, lo que trasciende en este tweet es una actitud y una intención… y eso sí que lastima. Lastima el querer desentenderse de un problema grave que tenemos en nuestro país, que es el hecho de que muchos niños con cáncer no tienen acceso a un tratamiento de calidad o incluso, acceso del todo a un tratamiento. Lastima el querer poner un interés político, fama o soberbia por encima de un grupo tres veces vulnerable (1. Niños. 2. Enfermos. 3. De escasos recursos). Lastima la falta de empatía, de interés y simplemente de humanidad al tomarse el tiempo para atacar a costa de este tema.

Si a Gutiérrez se le hubiera ocurrido no contestar (como seguro no contesta al 90% de sus tweets), todo hubiera acabado ahí. ¿Por qué lo hizo? Eso va más allá de lo que yo puedo entender. ¿Por qué lo hizo además con ese sentido, ese descaro? Todavía más.

No se necesita ser médico para ayudar a los niños con cáncer. Gracias a Dios, en los hospitales tenemos a unos doctores–héroes que se desviven por tratarlos de la mejor manera. Tristemente, no tienen todo lo que necesitan para poder atenderlos como se debería. Este es un problema de intereses, de voluntades, de corrupción y de maldad. Todo combinado. Y duele que los que paguen el precio sean los niños con cáncer

Ver este tweet y ver la falta de medicinas en los hospitales provoca una tristeza y un coraje que no se pueden poner en palabras. Duele que personas que sí podrían hacer algo para cambiar las circunstancias de los que más lo necesitan (aunque no sean funcionarios públicos), solo se dediquen a pelear.

Personalmente, llevo 9 trabajando en Fundación Vuela para ayudar a los niños con cáncer y no dejaremos de hacerlo, aunque no seamos médicos.

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