George Washington. El mítico general. Padre fundador y primer presidente de Estados Unidos. General revolucionario. Mucho podríamos decir de sus logros, de su vida, de su carácter y de su legado para Estados Unidos y para el mundo. Pero no pretendo que esto sea una clase de historia. Más bien, me gustaría enfocarme en una característica de este gran personaje histórico: su renuencia a gobernar a su país por más de dos periodos.
Washington llegó a ser el primer presidente de la nueva república porque era la única persona en la que todos los constituyentes podían depositar su confianza. No había nadie más que pudiera unir voluntades como lo hizo él. Era una persona con un profundo sentido de su responsabilidad histórica, de su ejemplo no solamente para la población del momento, sino para las generaciones futuras.
Sin embargo, llegó un momento — al terminar su segundo término — cuando Washington decidió que era suficiente y aprovecharía la oportunidad para dejar una lección a sus compatriotas: la transferencia pacífica del poder. Totalmente opuesto a la corona británica, que perpetuaba a un solo hombre por décadas y que heredaba el poder a su linaje, Estados Unidos buscaba ser una república basada en la antigua república romana. Esa república que falló en el momento en que las personas a cargo no quisieron soltar el poder.
Hoy en día, es impensable que un presidente de Estados Unidos quiera perpetuarse en el poder (Con sus excepciones, como en todo). Esto es porque si el mejor presidente de su historia no lo hizo, nadie más debería intentarlo. Estados Unidos es la más grande democracia de la época moderna y es en parte porque ha demostrado que una nación debe trascender a una persona en el gobierno.
Esta creencia es parte de la democracia misma y debería aplicarse en cualquier país que se considere democrático. Tristemente, en la mayoría del mundo escasean gobernantes conscientes de sus limitaciones y de su pequeñez. ¡Qué diferente sería que todas las personas con poder entendieran en mente y corazón que se trata de algo temporal, otorgado por las personas a las que tienen que servir y que el día de mañana pasará!
Con esta conciencia de que lo más grande es el país, todo lo demás tomaría su propio peso. Gracias al General por esta lección para el mundo.