Toda mi vida he participado, trabajado y fundado organizaciones con distintas misiones y propósitos. Actualmente, me dedico de lleno a trabajar en Fundación Vuela para ayudar a niños con cáncer. Cuando platico con la gente, es muy común que todos mencionen este concepto: «Es que las fundaciones existen porque el gobierno no hace bien su trabajo». «Las organizaciones hacen lo que el gobierno no puede, porque no le alcanza».
Esta es una forma extremadamente simplificada de ver a nuestra sociedad. Creo que es necesario verlo desde otra óptica para entender lo que cada sector aporta a una nación.
Ningún país puede vivir solo con gobierno y lo hemos visto con los experimentos comunistas y socialistas, que han fallado en cada ocasión que se han intentado. Ningún país puede vivir solo con sector privado, porque sin reglas y sin ética, la economía puede destruir muchas vidas, como hemos visto. Y ningún país puede vivir solamente de caridad, porque se requiere una responsabilidad personal de todos y cada uno de sus habitantes.
Imagina esta situación utópica: Un país donde todas las personas nacen en condiciones de salud óptimas, con acceso a desarrollo temprano, nutrición adecuada, a la misma educación de alta calidad, que tienen una casa propia con todos los servicios, que cuando llegan al mercado laboral encuentran un empleo fácilmente y tienen un sueldo que les permite tener una calidad de vida digna y que incluso, si llegaran a tener cáncer o alguna otra complicación de salud, podrían pagar la atención sin problema.
Para vivir en un mundo así, necesitaríamos empresarios que estuvieran dispuestos a reducir sus utilidades en aras de darle más a sus empleados. Necesitaríamos tener objetivos, gustos y preferencias iguales, vivir en una homogeneidad casi aburrida. Necesitaríamos que los recursos no fueran limitados. Necesitaríamos pagar una suma gigantesca de impuestos a todos los niveles. La realidad es que esto no va a ocurrir nunca, ni siquiera en los países más desarrollados.
Este mundo perfecto, donde la economía funciona para todos, aún necesitaría un gobierno que tomara decisiones de políticas públicas y que garantizara seguridad e infraestructura básica. Hay fallas en el mercado, hay sesgos en la raza humana. Por esto existe el gobierno, que concentra recursos y los puede redistribuir de acuerdo a una lógica distinta a la económica, además de poner reglas para industrias o prácticas que no funcionen correctamente por sí solas.
Pero también en este mundo perfecto, donde todos pueden cubrir sus necesidades, habría desigualdades de ingresos, de condiciones físicas e incluso de suerte. Es por eso que este mundo podría beneficiarse de organizaciones que promovieran el progreso y la justicia, que dieran compañía o atención a esos grupos con problemas físicos, económicos o de salud, que ayudaran en crisis como desastres naturales y que defendieran los derechos humanos.
Sí, hoy en día las organizaciones hacen lo que el gobierno no puede hacer, pero también hacen lo que las empresas no pueden hacer. Porque las organizaciones responden a otra lógica que no es económica ni política. Las organizaciones responden a la lógica profunda del ser humano, atienden el «mercado del amor», como dice el autor Dan Pallota.
Sí, en varios casos el trabajo de las organizaciones y del gobierno se cruzan o se complementan. En muchos otros no. Lo cierto es que las fundaciones hacen lo que tienen que hacer, los negocios hacen lo que tienen que hacer y el gobierno hace lo que tiene que hacer. Nuestro mundo es tan grande, tan complejo y tan cambiante que hay lugar para los tres sectores, e incluso para más. En la medida en que entendamos esto, podremos trabajar juntos y construir entre todos la civilización que queremos. Como decía Gandhi: «Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga». Así es lo que aporta una empresa, un gobierno o una organización a un país, pero es muy importante que lo haga.