Streaming Wars: Hollywood Strikes Back

¿Qué hacer si Netflix está arrasando con prácticamente todos los clientes de la industria del entretenimiento? Seguramente esta pregunta rondaba en la cabeza de los dirigentes de estudios, distribuidoras, cadenas de televisión, servicios de TV de paga y hasta salas cinematográficas.

Era claro que esto no duraría para siempre y que si bien Netflix había causado una disrupción en toda la industria, Hollywood no se iba a quedar con los brazos cruzados y que contraatacaría al servicio de streaming con sus propias armas.

Todo comenzó con competidores directos de Netflix, desde una «neutralidad» parecida. En este campo destacan Hulu y Prime Video, quienes negociaron catálogos de contenidos con productoras o estudios con los que Netflix no tenía trato previo o instaron a algunos que ya lo tenían, a terminar sus contratos con el gigante para trasladar títulos a otras plataformas. En ese momento, se acentuaron las entradas y salidas de títulos del catálogo de Netflix, dando paso al escenario que vemos actualmente, con un catálogo que se actualiza constantemente.

Pero esta nueva competencia en el campo del streaming no era suficiente. Los distintos estudios no quisieron ceder esta nueva modalidad de ganacias permanentes seguras y decidieron lanzarse al mar de internet, entrando por primera vez en el campo del direct to consumer, ofreciendo los títulos a través de sus propios servicios de streaming. Hollywood le declara la guerra frontal a Netflix. Lo interesante es que no se hizo desde un frente común, sino que cada estudio quiso formar su propio batallón.

Las cadenas de TV de paga llevaban la delantera en este respecto, ya que muchas de ellas ofrecían a sus suscriptores la posibilidad de sintonizar su programación a través de internet o poder ver la repetición de contenidos y material adicional a través de una app. FOX, ABC, CBS, HBO y más ya contaban con estos servicios (los cuales muchos estaban en pañales, pero los ayudaron a tener un pie en el agua antes que otros actores).

Finalmente llegó la caballería pesada: los estudios cinematográficos, que retirarían sus contenidos de los servicios de streaming para ofrecerlos por separado, creando plataformas premium y especializadas, como DC Universe, SimpsonsWorld y otras similares.

La magia de Disney llega a la batalla

Desde hace años, Bob Iger, CEO de Disney en ese momento, había mencionado que la empresa veía a Netflix como uno de los distribuidores más importantes de su contenido, pero que también estaba consciente de que tenían que tener cuidado con ellos como competidor.

Iger, desde su llegada, hizo notar que una de las estrategias más importantes para la casa del ratón era abrazar y usar la tecnología a su favor, tanto para crear historias como para alcanzar a sus clientes. Durante los 15 años de su gestión, realizó grandes inversiones en este ámbito, llegando incluso a considerar adquirir Twitter o BuzzFeed para su catálogo de compañías. Pero ninguna inversión se acercó a todas las acciones que intervinieron para la creación de su propio servicio de streaming: Disney+.

Iger sabía que esta estrategia de brincar al mercado direct to consumer, podía ser un disparo en el pie. El tener contenidos para su público sin ningún intermediario implicaría canibalizar otros negocios, desde los estrenos cinematográficos, hasta la división de video casero y canales de paga. ¿Cuál fue el factor más importante para asumir este riesgo? Que su principal fuente de ingresos durante décadas, ESPN, caía estrepitosamente en el número de suscripciones debido a la tendencia de cordcutting.

Así que Disney no reparó en gastos ni inversiones para dar este paso con certeza. Primero, adquirió BAMTECH, empresa que les permitiría avanzar rápidamente en las herramientas tecnológicas para poder iniciar su servicio de streaming. Y quizá el paso más grande y más arriesgado en la historia de la compañía fue la compra de 20th Century Fox, lo cual le permitiría tener un enorme catálogo de contenido a su disposición para poder ofrecerlo a los consumidores, no solo de películas, sino de contenido televisivo desde National Geographic hasta Los Simpsons.

Presentación de Disney+ a inversionistas.

Cuando todo estuvo listo, Disney+ se presentó a inversionistas y prensa, ofreciendo un enorme catálogo para los nuevos suscriptores. El servicio contaría con prácticamente toda la biblioteca de títulos de Disney, desde clásicos animados, hasta live action. Casi 100 años de producciones conocidas y reconocidas por la gente. Pondría a disposición del público prácticamente todas las series, programas y películas originales de Disney Channel. Añadiría a la mezcla los contenidos de las franquicias más fuertes de Hollywood: Marvel y Star Wars, que ya formaban parte de la compañía. Y la cereza del pastel serían todas las producciones originales que crearían para el servicio, comenzando por The Mandalorian, múltiples series de Marvel y un spinoff de High School Musical. Lo más agresivo de toda la estrategia: el precio. Disney+ se lanzaba con una mensualidad de 6.99 dls al mes, casi la mitad del costo de Netflix en Estados Unidos.

Parecía una locura canibalizar un negocio rentable en el momento por un negocio futuro. Pero a pesar de todo, Disney supo reconocer la importancia de esto para asegurar su supervivencia. La empresa proyectaba tener 60 millones de suscriptores para 2024. ¿La sorpresa? Para mayo de 2020 Disney+ ya tenía 54 millones de suscriptores y creciendo (cabe destacar que aún tiene pendiente iniciar operaciones en varios países). Además de esto, Disney es ahora el accionista mayoritario de Hulu y también ha lanzado ESPN+. Sumando estos 3 servicios, Disney ya alcanza a 90 millones de suscriptores, la mitad de los suscriptores globales de Netflix.

Si Disney tiene una ventaja en contra del gigante del streaming, es su nombre y reputación y la está usando con toda la fuerza para atacarlo. Disney ha sido parte de la infancia de prácticamente cualquier persona del mundo y sus historias y personajes tienen un lugar especial en el corazón de la gente. Esta es una de los puntos más débiles de Netflix. Claro que han creado producciones dignas de pasar a la historia, pero la forma de distribución ha jugado duramente en su contra. Una serie como Stranger Things que se produce a lo largo de más de un año, es vista por las personas en un fin de semana, la disfrutan y casi la olvidan, esperando la siguiente temporada dentro de uno o dos años. Los personajes de Netflix no son juguetes ni están vivos en parques temáticos de manera permanente.

¿Podrá la magia ganar la batalla, o por lo menos colocar a Disney como un seguro competidor de Netflix? Eso está por verse. Lo cierto es que Reed Hastings, el mismo CEO de Netflix sabe que Disney tiene un largo camino recorrido.

“Disney is an amazing company… we admire them”. “Disney’s the one that we really have the most to learn from in terms of entertainment”. 

Reed Hastings, Netflix CEO.
En la tercera parte del artículo

Llegan todos los demás a la batalla ¿Muy tarde? ¿Qué va a pasar? ¡No te lo pierdas!

Lee aquí la primera parte: Streaming Wars: A New Player

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