Cuando oigo que Disney va a estrenar una nueva película de animación por computadora, no puedo evitar recordar ese filme aburrido y sin magia que llevaba por título Chicken Little. Ese largometraje fue el primer intento de los estudios de hacer una película sin usar la animación tradicional. Y nosotros —el público— después de ver grandes producciones hechas a computadora como Toy Story, A Bug’s Life o Monsters, Inc. no solo nos llevamos una sorpresa, sino una gran decepción.
Disney había perdido su magia de una forma decepcionante. Tanto, que cuando el contrato de exclusividad con Pixar llegaba a su fin, hicieron todo por absorber a esta productora y no se detuvieron hasta conseguirlo. De esta forma aseguraban que no perderían la batalla contra otras casas de animación por computadora.
Más aún, en los últimos años se nombró a John Lasseter (genio de Pixar) como director de los Walt Disney Animation Studios. Este cambio sutil ha repercutido drásticamente en las producciones del estudio. No se ha convertido en otro Pixar, ni siquiera lo ha intentando. Más bien, ha rescatado la esencia de Disney, llevando a la pantalla historias clásicas como la de Rapunzel con un gran éxito.
En estos días llegó al cine Frozen, una aventura de princesas, reinos y héroes, al puro estilo de Disney, volviendo a los musicales que caracterizan a los clásicos infantiles del cine (aunque tal vez un poco demasiado). La fórmula la conocemos todos, una princesa, un príncipe y algunos personajes chistosos que ayudan a sobrellevar la historia. Un villano que no es tan villano como parece. Sin duda, vale la pena verla para pasar un buen rato y recordar al antiguo Disney. Seguramente, podemos esperar mucha más magia del famoso estudio que ha sido parte de nuestra niñez y que sigue siendo de la de millones de personas.
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